¿En qué consisten los trastornos de la conducta alimentaria?
Cuando pensamos en las personas que presentan trastornos de la conducta alimentaria es recurrente que asociemos esta patología a comportamientos relativos a la alimentación y a la imagen corporal calificados como perjudiciales e inadecuados para la salud física del individuo. No obstante, sabemos que la problemática es más compleja y que los criterios diagnósticos comprenden aspectos psicológicos, emocionales, sociales y familiares, además de las consecuencias nutricionales y físicas.
Las acciones dirigidas a evitar ganar peso (ayunos, dietas, vómitos, laxantes, hiperactividad física), el miedo a engordar, la negación de la patología y de la gravedad del estado de salud o la distorsión de la imagen corporal, son respuestas a algo más complejo que la insatisfacción con su imagen corporal. Su sintomatología es amplia y variada prevaleciendo en general la influencia en su autoestima de valores relacionados con la imagen corporal unida a un bajo auto-concepto y a la inseguridad y falta de confianza en sí mismas. Presentan una gran vulnerabilidad hacia la incertidumbre, el cambio, la responsabilidad y el futuro. Hay un déficit en la adaptación al entorno actual, debido a las dificultades de afrontamiento y de control ante las situaciones que les generan emociones negativas.
Los síntomas alimentarios y estéticos se convierten en una vía de escape, es decir, conforman una serie de comportamientos a través de los cuáles, la paciente se enfrenta y disminuye en el corto plazo las emociones tales como la rabia, la tristeza, el enfado, etc derivadas de situaciones ante las que muestra un sentimiento de infravaloración de sí misma y un déficit de estrategias de afrontamiento.
¿A qué causas se deben los trastornos de la conducta alimentaria?
Como en todo trastorno psicopatológico respecto a los trastornos de la conducta alimentaria tenemos que hablar de una causalidad multifactorial que incluye factores genéticos, psicológicos, familiares y sociales y la interacción de todos ellos en un momento concreto de la historia de la paciente.
Dentro de los factores de predisposición psicológica de los trastornos de conducta alimentaria y que inciden en una mayor vulnerabilidad a desarrollar esta patología, podemos mencionar los siguientes:
- Autoestima inestable y tendente a la baja.
- Necesidad de control y perfeccionismo.
- Necesidad de refuerzo y aprobación social.
- Miedo a la evaluación y al rechazo.
- Dificultad para demorar el impulso.
- Aislamiento social y relaciones sociales variables y poco constantes.
- Baja tolerancia a la frustración.
No podemos obviar cómo los estándares socioculturales de belleza y la presión sobre la estética corporal constituyen una demanda que influye poderosamente sobre la construcción de la identidad del individuo, la fortaleza del autoconcepto y la estabilidad de la autoestima. Si bien es cierto que históricamente los mensajes relativos a la belleza enviados por los medios de comunicación han tenido a la mujer como principal destinataria, en los últimos tiempos la presión de los patrones estéticos también se va dirigiendo progresivamente a la imagen masculina. La presión de los medios de comunicación, la publicidad y los beneficios económicos generados por la que en ocasiones se ha denominado “la industria de la delgadez”, convierten al cuerpo en el principal atributo para la valoración personal. La insatisfacción de la imagen corporal, se convierte en responsable, al confluir con otros factores, de la cada vez mayor incidencia de patologías como la anorexia, la bulimia o la vigorexia, esta última más frecuente en la población masculina.
Si atendemos a las relaciones familiares de las personas que sufren un trastorno de conducta alimentaria podemos observar las siguientes características:
- Sobreprotección familiar y altas expectativas hacia los hijos.
- Dificultad para resolver los conflictos familiares y en la pareja de padres.
- Relaciones de competición y rivalidad entre hermanos.
- Psicopatología en la familia (anorexia, bulimia, adicciones, depresión).
- Preocupación por el qué dirán y baja autoestima en los padres.
Pueden hablar acerca del masticar y escupir? He leído algunas cosas sobre ello y realmente no me había dado cuenta de que yo lo hago constantemente. Se me hizo un hábito
Hay ciertos hábitos que puedes convertirse en dañinos para nuestra salud. Sería importante que valorases el pedir ayuda si el masticar y escupir se ha convertido en algo obsesivo. Gracias por tu comentario.