Las reacciones de estrés y ansiedad presentan muchas similitudes en cuanto a las semejanzas que existen en las reacciones fisiológicas (aumento de la respiración, de la tasa cardiaca o de la tensión muscular) y la función adaptativa de ambas respuestas ante una posible amenaza o peligro y el malestar subjetivo que ambas respuestas emocionales generan en el individuo. Tanto es así, que la mayoría de las veces ambos términos se emplean como sinónimos.
Ambas respuestas emocionales, si se mantienen en el tiempo, pueden generar daños físicos en el organismo, debido a la elevación de hormonas como la adrenalina y el cortisol, que pueden debilitar el sistema inmunitario (más propensión a enfermedades infecciosas y a la aparición de algunos tumores), u otras complicaciones como el aumento de alergias, problemas de la piel, dificultades en el sueño (insomnio, pesadillas), cansancio, cefaleas o disminución en las capacidades de memoria y de concentración.
Sin embargo, podemos observar que presentan diferencias en cuanto a los estímulos o causas que las desencadenan, el tipo de respuestas emocionales que se suceden, la diferencia en la temporalidad, las respuestas cognitivas o los pensamientos asociados en cada situación y el grado de control y por tanto de respuestas conductuales que se ponen en marcha.
ESTRÉS La causa es concreta y externa. El estresor está presente y es reconocible. Una situación o actividad determinada a la que debemos enfrentarnos y ante la que nos sentimos sobrepasados en nuestra capacidad de afrontamiento por la cantidad de recursos psicológicos que nos demanda, provoca la respuesta de estrés. La causa es difusa e interna o cognitiva. La reacción de ansiedad en muchas ocasiones es generada por causas que no son conscientes o reconocibles por la persona y tienen un origen interno (en relación a sus temores y preocupaciones). Se experimenta una sensación de desasosiego e inquietud flotante que no siempre se vincula a ningún hecho concreto, más bien a la idea del mismo Las reacciones son predominantemente fisiológicas e incrementan el nivel de activación para ayudarnos a rendir mejor. ANSIEDAD La causa es difusa e interna o cognitiva. La reacción de ansiedad en muchas ocasiones es generada por causas que no son conscientes o reconocibles por la persona y tienen un origen interno (en relación a sus temores y preocupaciones). Se experimenta una sensación de desasosiego e inquietud flotante que no siempre se vincula a ningún hecho concreto, más bien a la idea del mismo. La principal emoción es el miedo, la preocupación y la sensación de inquietud a que algo negativo está por llegar. Por tanto, las reacciones predominantes son cognitivas aunque las fisiológicas también están presentes En la ansiedad patológica se produce una distorsión en la interpretación de la peligrosidad de la situación, con lo que se incrementan la intensidad de las reacciones y la sensación de sentirse vulnerable. La persona que experimenta ansiedad no logra centrarse en el aquí y en el ahora, por el contrario, su enfoque está puesto en el futuro y sus consecuencias, que son anticipadas negativamente. Se experimenta ansiedad aunque el suceso no haya tenido lugar todavía o incluso después de haber finalizado debido a que la persona continúa anticipando o recreando escenarios donde la situación temida es posible. Las respuestas cognitivas predominantes son los pensamientos anticipatorios y catastrofistas. Es frecuente el autodiálogo formulado en términos “y si sucediera…”, “y si no sé actuar…”, “y si no soy capaz…”. Las respuestas conductuales derivadas de la ansiedad, debido a la falta de control percibido sobre la situación y el pensamiento catastrofista, suelen estar más relacionadas con la huída y la evitación. La disminución de la ansiedad se logra en la medida en que aumentan las respuestas de afrontamiento y disminuyen la huída y la evitación.
Mientras dura el estresor, la persona, que se siente fatigada mentalmente y sobrepasada en sus recursos, puede disminuir la tolerancia a la frustración e incrementar la irritabilidad.
La demanda de la situación asfixia en el presente a la persona que percibe la situación y la duración del acontecimiento como si no finalizaran nunca. Superado el acontecimiento, la situación de estrés finaliza. Pero si la causa perdura puede dar lugar a la cronificación del estrés.
Los pensamientos que subyacen al estrés están ligados a analizar la situación y a planificar acciones dirigidas a solucionar la situación problemática y a conseguir superar la sensación de estar atrapado que conlleva la aparición del estresor.
Las acciones derivadas del estrés suelen conducir a superar el estresor y volver al estado inicial anterior a la demanda. Excepto que el estresor se prolongue que puede dar lugar a reacciones de bloqueo.
La disminución del estrés implica introducir variaciones en las situaciones que lo provocan. La disminución de la ansiedad se logra en la medida en que aumentan las respuestas de afrontamiento y disminuyen la huída y la evitación.
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