
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la muerte perinatal es aquella que se produce desde la semana 22 de embarazo hasta la primera semana de vida del bebé. No obstante, cuando hablamos de muerte perinatal también nos referimos a la pérdida que se produce a lo largo del embarazo, el parto y poco tiempo después de nacer el bebé.
A menudo los padres que desgraciadamente sufren esta pérdida se encuentran perdidos bajo un profundo sentimiento de dolor. En una gran cantidad de casos estos padres apenas comparten la triste noticia con su entorno (salvo con los más allegados) y cuando deciden hablar de su experiencia a menudo se sienten incomprendidos. Su mundo, su proyecto de vida, sus ilusiones, sus expectativas,… todo se ha derrumbado.
Frecuentemente sucede que lejos de ayudar amigos y familiares tratan de apoyar con expresiones lapidarias que no reconocen el dolor de estos padres ante la pérdida de su bebé por el hecho de no haber nacido. Algunos ejemplos de estas expresiones serian: “no te preocupes, ya volverás a quedarte embarazada”, “menos mal que no os ha dado tiempo a conocerlo”, “estabas de pocas semanas así que mejor ahora que más tarde”,…
La sociedad hace invisible el duelo en la medida en la que no lo reconoce. Ante esta falta de comprensión los padres también optan por guardar su dolor haciéndolo más invisible aún, y por tanto, obstaculizando la elaboración de una pérdida tan dramática.
El 15 de octubre se ha designado como el Día Internacional del Duelo Perinatal ayudando así a dar voz a esta realidad que sufren muchas familias.
Por otro lado, hay que mencionar que afortunadamente cada vez hay más profesionales sanitarios que reciben formación acerca de cómo ayudar a los padres que se encuentran con una muerte gestacional. En muchas ocasiones tras la demoledora frase “no hay latido” la madre tiene que someterse a un legrado. El acompañamiento emocional por parte de los sanitarios es fundamental para no dañar aún más en la profunda herida que se ha abierto en la paciente.
Con respecto al duelo lo primero que debemos hacer es reconocer al bebé y ayudar a la expresión emocional de los distintos y confusos sentimientos que vivencian los padres. Expresar ayuda a la elaboración de la pérdida y como en todos los procesos de duelo lo que más nos ayuda es sentirnos reconocidos y acompañados en nuestros sentimientos, así como arropados con gestos de cariño y afecto. Si el bebé tenía nombre es de gran ayuda utilizarlo para poder unirnos a la realidad que viven los padres. Las madres en algunas ocasiones presentan un fuerte sentimiento de culpa diciéndose a sí mismas que podrían haber hecho algo más para preservar la vida de su bebé. Es por ello que las explicaciones que puedan recibir de los médicos también ayudarán a la elaboración del duelo.
El duelo perinatal es complejo ya que afecta a la persona en distintos aspectos de su vida, esto es, a nivel individual, en el aspecto de pareja y también en el de padres.
Al igual que en otro tipo de duelos si éste se enquista y/o se congela el paciente debería pedir ayuda profesional especializada. Asimismo, conviene que se trabaje (siempre que estén presentes) otros aspectos como el miedo a otro embarazo anormal, evitar el vínculo con el nuevo bebé por miedo a sufrir otra pérdida o en otras ocasiones por lealtad al bebé perdido.
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