En el anterior post dedicado al suicidio alertábamos de la necesidad de sacarlo a la luz dada la magnitud que tiene en la sociedad, dejando de lado el ocultismo que se frecuenta.
Por ejemplo, uno de los casos que a menudo nos encontramos en la consulta son aquellos de adolescentes y jóvenes que muchas veces no culminan en suicidio, pero sí durante tiempo se han dado ideaciones suicidas, autolesiones e intentos autolíticos que permanecen ocultos para las personas de alrededor y de pronto salen a la luz ocasionando un profundo desajuste.
Son las personas de mediana edad, como pudimos observar en el gráfico del post anterior que se refería al suicidio, las que muchas veces lo acaban consumando. La sorpresa para las personas de alrededor que no esperaban la eleccion de la muerte por el ser querido es profundamente desgarradora.
En el camino que desemboca en suicidio se llega tras la temeridad de perder el miedo a la muerte, marchando en contra de instinto de autoconservación y protección que consideramos natural en el ser humano. Se da un deseo de buscar el final del sufrimiento vivido, considerando que la única forma de lograrlo es con la muerte.
Frecuentemente las personas que se suicidan le han dado vueltas durante mucho tiempo a la manera de quitarse la vida, por tanto lo que puede ser durante tiempo una forma de pensamiento, en un momento se ejecuta, pasando a la acción.
La importancia de la prevención
De cada persona que se suicida hay veinte que lo intenta; ahí es donde la prevención puede ser mayor y donde los recursos, sean públicos o privados necesitan intervenir.
Conocemos por desgracia muchos casos donde personas que han cometido intentos de suicidio lo único que han recibido ha sido un tratamiento farmacológico junto a un seguimiento psiquiátrico cada varios meses, siendo escasamente eficaz.
Para el trabajo de prevención del suicidio en realidad lo más importante es un trabajo multiprofesional y psicoterapéutico, no solo farmacológico o psiquiátrico, ni exclusivamente de la psicoterapia. Las intervenciones psicosociales y familiares van a resultar necesarias y la coordinación con los diferentes profesionales de diferentes ámbitos como sanitarios, educativos y sociales imprescindible.
Para la prevención hay ciertas señales a tener en cuenta en la persona como son aspectos depresivos, inapetencia, mensajes de no querer vivir o deseo de irse, desaparecer, conductas desmesuradas o de consumo tratando de desconectar de la realidad personal, hacer regalos especiales, ir dejando cosas y pertenencias de lado. Frecuentemente son mensajes encubiertos pero que en conjunto de las demás conductas resultan clave para leer en los mensajes que se dan.
Para prevenir el suicidio está claro que no se puede negar esta realidad, por ello es importante que la persona se sienta con la libertad de hablarlo, sin cuestionarle, sin criticarle.
La psicoterapia es clave para poder trabajar con la persona, tratando de ver que los problemas son temporales, que la vida sigue, que hay otras alternativas, ya que como se señalaba anteriormente, la persona llega al suicidio porque no ve salida a su sufrimiento y cree que o bien va a durar siempre o no se siente con fuerzas de poder esperar a que vaya mejorando.
Cuando la persona con ideación suicida nos pide ayuda es una enorme responsabilidad y deseos de ayudarle a superar esa crisis. En la terapia tenemos que afrontar las ideaciones suicidas y el sentimiento de desesperanza sin taparlo u ocultarlo. Esto es primordial para que la persona pueda recibir un tratamiento de calidad y no seamos los propios profesionales los que nos acabemos asustando sobre la posibilidad del suicidio en nuestro paciente y lo ocultemos.
En la prevención del suicidio se traslada a la persona que no tiene por qué tener miedo a la vida, que no está solo, que nosotros como profesionales estamos ahí, pero también otras muchas personas y recursos, para ello es clave coordinar el médico psiquiatra, trabajador social, psicólogo, familia, escuela,etc.
Se trataría de poder frenar el suicidio, señalando también las alternativas que se pueden tomar en ese momento y que no acaben en la muerte, poder dejar de mirar atrás, estancarse en el pasado, el sentimiento de vacío existencial donde no se ve más allá y plantear la situación como temporal y no indefinida. Por supuesto la necesidad de contacto humano, mostrar afecto con acciones pequeñas de dedicación y cuidado son imprescindibles para que la persona pueda ver sentido a seguir adelante.
En conclusión, es fundamental que se pueda hablar del suicidio, que la persona pueda contar con personas de la familia o fuera de ésta para pedir ayuda, confiar en los profesionales que tiene alrededor y que juntos lo puedan superar, rompiendo silencio y tabús sociales. El suicidio es una realidad y no sé puede silenciar.
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