
Con la llegada de la adolescencia son muchos los padres que refieren sentirse desplazados en la influencia que tienen sobre sus hijos frente al grupo de iguales, que a menudo observan como un duro competidor.
Expresiones como “vosotros no me entendéis y mis amigos me comprenden mejor” o “a mis amigos también les gusta seguir esta serie, jugar on line a este juego o vestirse como yo”, son ejemplos del poder que el grupo de amigos adquiere en esta etapa evolutiva. Salvador Minuchin nos recuerda que la fusión del adolescente con su grupo de iguales es una cultura por sí misma, con sus propios valores sobre vestimenta, referencias mediáticas, sexualidad, política o estilo de vida.
Durante la infancia los padres constituyen el referente principal del niño, pero con la adolescencia se avanza hacia una etapa del ciclo vital caracterizada por la necesidad de diferenciación de la identidad atribuida por la familia, que obliga de manera progresiva a la adaptación y negociación de las reglas y límites, hasta ahora imperantes en el sistema familiar, con el objetivo de una mayor autonomía por parte del adolescente.
La diferenciación e individuación son procesos fundamentales para la construcción de la identidad de cada individuo en su contexto relacional y la consolidación de su madurez, autonomía y seguridad en sí mismos. La identidad es la construcción de “sí mismo”, “del yo”, a través de las relaciones interpersonales que se establecen en los diferentes contextos tales como la familia, la escuela, los amigos, las parejas, el espacio laboral, etc. que da lugar a experiencias de afinidad y diferencia. Tan importante es lo que me” identifica con”, como lo que me “diferencia de”, en el proceso de la construcción de la identidad. De ahí la influencia en la identidad de las afinidades o diferencias culturales, étnicas, económicas, de estatus, ideológicas, de orientación sexual, etc. En definitiva, se está construyendo una identidad propia, que le define frente a sí mismo y le asemeja o diferencia frente a los demás.
La identidad es necesaria porque supone predictibilidad y sensación de continuidad en cuanto a las emociones, pensamientos y acciones que son esperables y las que no lo son, dentro del contexto de múltiples interacciones y contextos en los que se desenvuelve la persona a lo largo del tiempo. Por supuesto que la identidad no es algo estático en el tiempo; es un proceso sometido a cambio, por eso, el sentido de identidad en el niño se somete a revisión y transformación durante la adolescencia, debido a la introducción de nuevos elementos como los derivados de la influencia de las hormonas, los cambios físicos y cognitivos y el intercambio de nuevos contextos sociales o mediáticos.
Con la pubertad el ser humano inicia un período de transición hacia la vida adulta, que comienza no solo con cambios físicos, sino con la aparición de cambios cognitivos. Aparece el pensamiento crítico y el adolescente aprende a razonar de forma más compleja, identifica las consecuencias de sus acciones, con lo que el sentido de la responsabilidad está más presente en sus decisiones. La conciencia de sí mismo y la preocupación por la imagen que tengan los demás sobre su persona pone de manifiesto la importancia del sentido de pertenencia y el temor por el rechazo. La presión que el grupo de iguales ejerce sobre el individuo influye en un porcentaje mayor que la que hasta ahora ejercían los padres en las actitudes, valores y decisiones que incumben al adolescente en esta etapa.
El grupo de iguales implica un espacio para diferenciarse y dar respuesta a la pregunta hecha por el adolescente “¿quién soy yo?”. El grupo de amigos supone un contexto diferente al familiar, donde someter a revisión sus capacidades, deseos y preferencias y encontrar respuestas a ese gran interrogante que supone su identidad. El grupo de pares proporciona un nuevo marco de referencia social y afectiva que completa al construído por la familia y añade un nuevo contexto en el que también experimentar la sensación de pertenencia.
Según Bob Bertolino a la hora de favorecer el cambio en el adolescente es importante reconocer y validar las diferentes perspectivas e influencias del contexto social, prestar atención a las preferencias relacionales, conversacionales e individuales del adolescente, porque de esta manera también se puede hablar de las preocupaciones o problemas. El cambio debe ser contemplado como inevitable pero también como una oportunidad de transformación positiva para el adolescente y también de su familia
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