¿QUÉ ES LA RESILIENCIA?
A menudo conocemos el testimonio de personas que a pesar de haber sufrido situaciones dramáticas o estresantes no dan muestras de una afectación psicológica importante; no dan muestras de depresión, ni de crisis de ansiedad o de adicciones como conducta disfuncional de afrontamiento. Es como si estas personas se enfrentasen a esas situaciones tan demandantes de recursos psicológicos con una actitud desafiante.
No se trata de que la situación estresante no les afecte, sino que el propio sufrimiento y la amenaza de pérdida de estabilidad y de interferencia de dicha situación sobre las esferas individual, social, familiar y laboral, supone un reto al que hay que enfrentarse y superar.
Por tanto, podemos definir la resiliencia como la capacidad que nos permite adaptarnos de forma funcional, sana y positiva a las situaciones estresantes. Esta capacidad no solamente nos permite sobreponernos al malestar que conlleva el sufrimiento de la pérdida de un ser querido, el malestar producido por el abandono de una figura de apego o por el acoso escolar padecido en la infancia, sino que con frecuencia favorece el salir fortalecido después del proceso de superación. Es frecuente que las personas e incluso su entorno relaten que tras el proceso resiliente experimentan los siguientes cambios internos:
- Mejora del autoconcepto.
- Aumento en la autoestima y en la autoconfianza
- Aumento de la tolerancia a la frustración
- Mejora de la estabilidad emocional frente a la presión o los estresores.
- Aumento de la sensación de control percibido frente a la incertidumbre.
Es cierto que no podemos elegir ni prever qué acontecimientos estresantes van a acaecer en nuestras vidas, pero sí podemos elegir con qué actitud nos enfrentamos a ellos y cuánto vamos a permitir que nos afecten y nos hagan sufrir. Quizá nos ayude a valorar la importancia del concepto de la resiliencia si nos planteamos qué efectos tendría sobre nosotros mismos enfrentarnos con una actitud no resiliente. En este caso es posible que no consiguiéramos sobreponernos a la situación y nos sentiríamos fracasados, indefensos, limitados y con mayor predisposición a padecer estrés, depresión, adicciones o somatizaciones.
La resiliencia no es una capacidad innata que se tiene la suerte de nacer con ella o no, es una capacidad que se puede aprender y entrenar y los profesionales de la psicología favorecemos la adquisición de esta valiosa herramienta.
Deja una respuesta